El fallo en estructuras y componentes soldados puede deberse bien a una merma en la resistencia (derivada normalmente de un diseño geométrico inapropiado o defectos de soldadura originados durante la ejecución) o bien a unas acciones excesivamente exigentes que se manifiestan en fallos divididos en tres posibles categorías: fallos mecánicos (fatiga, sobrecarga), fallos por corrosión y fallos a alta temperatura. La ingeniería forense es la herramienta clave que permite identificar la patología de la que se deriva el fallo y, a partir de ahí, establecer un plan de trabajo específico para cuantificar tanto la resistencia como las acciones que han conducido al fallo. En la evaluación de la resistencia se pueden ejecutar diferentes tipos de ensayo cuyo fin último es cuantificar para un modo de fallo concreto si el componente se ajusta a los valores requeridos. Estos ensayos pueden estar orientados a evaluar la resistencia a fatiga, tenacidad, corrosión, creep, etc. Por otro lado, es necesario identificar las acciones que indujeron el fallo. Para ello, los estudios incluyen herramientas de cálculo basadas en “elementos finitos” así como códigos de integridad estructural.