La comarca del Valle del Alagón localizada en el noroeste de la
provincia de Cáceres (Extremadura), cuenta con una situación privilegiada:
fronteriza con Portugal y vecina de las comarcas de Sierra de Gata, Las Hurdes,
Monfragüe y la ciudad de Plasencia, tiene una ubicación excepcional que permite,
además de descubrir un territorio que ha sabido mantener y cuidar sus recursos
naturales y culturales, tener acceso a
los principales recursos turísticos del Norte de Extremadura.
La comarca posee zonas muy diferentes entre sí, cruzada por el
fértil río Alagón, se encuentran zonas de vega y regadío, que la convierte en
una gran zona productora de alimentos, y que cuentan con un paisaje que
sorprende pues además de pintar de verde los campos en pleno verano, estos son
salpicados por el blanco de los pueblos de colonización creados a mediados del
s. XX.
Además, en la zona de penillanura y los riberos del Río Tajo y
Alagón, se cuenta con maravillosas dehesas y robledales, y afamados roquedos
como los Canchos de Ramiro. No en vano, en la comarca se cuenta con una zona
ZEPA, tres parques perirubanos de conservación y ocio y una población, Zarza La
Mayor, situada en la Reserva de la Biosfera Taejo Internacional.
Sus recursos culturales no son menos significativos, la ciudad de
Coria cuenta con un coqueto Casco Histórico, declarado Conjunto Histórico que
junto con su Catedral de Santa María de
la Asunción invitan un calmado y sosegado paseo que hará las delicias de los
visitantes. Así como la localidad de
Galisteo, cruzada por la Vía de la Plata, fue declarada Conjunto Histórico
Artístico. Sus murallas almohades y su basílica mudéjar del S. XIII, son un
imprescindible para los amantes de la historia. Además, en la localidad de
Montehermoso destaca su conjunto arqueológico de dólmenes que datan del mileno
III a. C. situados en la Dehesa Boyal y visitable los 365 días del año.
Estos podrían ser los recursos más destacados, pero no los únicos.
Cada uno de los 27 pueblos de la comarca salvaguarda pequeños tesoros
naturales, culturales y folclóricos que la hacen un destino con mucho encanto
en el que su gente es su bien más preciado: amable, cercana, humilde y con
ganas de mostrar al mundo todo lo que el Valle del Alagón ha salvaguardado
durante todo este tiempo.